


Como yo lo siento más allá de mi silencio


Si cuando nacemos nos hiciesen firmar un contrato con las condiciones de nuestra vida, en la letra pequeña habría algo así como:
“Da igual lo buena persona que seas, lo bien que te prepares, y el cuidado que tengas, que de vez en cuando te vas a llevar una hostia sin que puedas hacer nada por esquivarla”.
Algunas sacuden tu mundo perfecto con tal fuerza que cuando vuelves a ponerte en pie eres incapaz de reconocer dónde estás, y no sabes qué dirección tomar, otras, por el contrario, son flojitas, tanto que ni les das importancia, pero una tras otra te va erosionando la moral, y llega un momento que simplemente te das cuenta de que no tienes fuerzas para recibir más.
Entre unas y otras, hay una amplia gama de hostias, y todas tienen algo en común:
No podemos decidir cuándo nos las van a dar, pero sí qué hacer con ellas...