


Como yo lo siento más allá de mi silencio


La mala era yo...
Sí, lo reconozco.
Iba por la vida empeñada en perfumar lo que huele mal, creyente de las segundas oportunidades y no solo de pareja sino de amistades que ahora me doy cuenta eran peor que serpientes.
Sí la mala era yo.
Por llamar primero, por estar siempre. Por dejarme de último en la fila de prioridades, por hacer por los demás lo que jamás nadie haría por mí. Por creerme cuentos que a distancia se veían que eran mentiras.
Sí, la mala era yo...
Hasta que un día decidí volverme diferente, cambiar, y empecé por ser mi propia prioridad. Cuando realicé el cambio me convertí en la peor, según la opinión errónea que existía por parte de las personas que notaron que ellas ya no eran prioridad. Deje de correr a ayudar. Aprendí a decir no. Le di a cada uno el mismo lugar donde estaba yo en su vida y me di cuenta que para ellos nunca tuve el mismo valor que tenían en la mía. Aprendí a ser prioridad y así fui perdiendo a toda la gente inservible y sin valor de mi vida.
Inténtelo y verás que bien se siente sacar la gente no adecuada de tu vida. Tanto como malos amores, familia, vecinos y malas amistades. Si decides ser tu prioridad verás como te vuelves el malo del cuento.