


Como yo lo siento más allá de mi silencio


Desde el primer momento en que nuestros caminos se cruzaron, supe que no eras como los demás. En tu abrazo encontré la paz de un niño que se siente seguro en casa, en tu mirada descubrí la ternura con la que se trata a un rey, y en tus labios escuché mi nombre como si fuera el único sonido en el universo.
Tu amor no es común, ni predecible. Es un refugio, una promesa y un regalo que me haces cada día. No necesito coronas ni títulos cuando estoy a tu lado, porque me haces sentir especial con solo existir en tu mundo.
Eres la pausa en medio del caos, la calma que mi alma siempre anheló. Cuando me miras, no solo ves a la mujer que soy, sino también a la niña que aún sueña y al espíritu libre que busca volar. Me cuidas sin atarme, me guías sin imponer, y me amas sin condiciones.
Cada palabra tuya es una caricia invisible que deja huella en mi piel. Cada abrazo tuyo es un santuario donde el tiempo se detiene. Y cada vez que pronuncias mi nombre, es como si el universo entero lo susurrara junto a ti, recordándome que pertenezco a un amor único, de esos que trascienden el tiempo y el espacio.
Gracias por cada instante, por cada caricia que es un poema, por cada palabra que susurras como si fuera un secreto entre almas que se han encontrado después de siglos de búsqueda. Gracias por ser mi compañero en esta danza infinita de sentimientos, donde cada paso nos acerca más y cada latido nos une aún más fuerte.